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UNA CAJA CON COSAS DENTRO

¿Qué es? Es esto

¿Qué es? Es esto

1.
Ce film est dédié à la mémoire d’André Bazin.
Leí hace algunos años un libro firmado por Bazin que se titulaba ¿Qué es el cine? Recupero una de las notas que tomé entonces y la vuelvo a escribir para este cuaderno. Página 29:

”De ahí el encanto de las fotografía de los álbumes familiares. Esas sombras grises o de color sepia, fantasmagóricas, casi ilegibles, no son ya los tradicionales retratos de familia, sino la presencia turbadora de vidas detenidas en su duración, liberadas de su destino, no por el prestigio del arte, sino en virtud de una mecánica impasible; porque la fotografía no crea –como el arte- la eternidad, sino que embalsama el tiempo; se limita a sustraerlo a su propia corrupción.
En esta perspectiva, el cine se nos muestra como la realización en el tiempo de la objetividad fotográfica".

2.
Les quatre cent coups, François Truffaut, 1959.
Vuelvo a ver esta película y de inmediato anoto su hermandad con el proyecto cinematográfico de Tsai Ming-liang. Si el rostro de la Francia de los años sesenta es el de Jean-Pierre Léaud, el desasosiego del Taiwán de nuestros días se encuentra en la mirada del actor Lee Kang-sheng.
Taipei y París nunca estuvieron tan cerca.

3.
¿Siguen haciendo dictados en los colegios?
Dictado: Le lievre.
“Los matorrales arden de flores rojizas
cuando ya las negras puntas de mis largas orejas
asomaban por encima de las espigas aún verdes
a las que yo mordisqueaba.
(...)
Margarita apareció a mi lado.
Cierto es que me amaba de verdad la gentil señorita.
Cuánta bondad para mí. Qué gracia y ternura.
Cómo me acariciaba en su regazo.
Y cómo me besaba”.

4.
Creo que yo tampoco sería capaz de distinguir un alejandrino de un endecasílabo. Por lo tanto, volveré a conjugar para mañana, en todos los tiempos del indicativo, del condicional y del subjuntivo, la siguiente frase:
“Ofendo a los muros de la clase cuando agravio la prosodia francesa”.
¡Qué difícil, Antoine, qué difícil!

5.
Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… Y así, hasta los cuatrocientos golpes.

6.
Sobre las cartas en el cine. Algún día iniciaré un cuaderno dedicado exclusivamente a la presencia de las cartas en las películas. Es lo primero que hago antes de salir de casa: mirar en el buzón del apartamento 207 de mi casa de Montevideo. A veces no hay nada. A veces hay una carta llegada desde muy lejos. Y cuando encuentro esas cartas...
“Queridos padres. Comprendo hasta dónde llega la gravedad de mi orgullo. De modo que la vida juntos ya no es posible. Voy a probar suerte en la capital, o donde sea. Quiero demostrar que puedo hacerme un hombre. Entonces, volveré, y os lo podré explicar todo. Os recuerda y os abraza, Antoine”.

7.
¿Qué es? Es esto. Tiene que ser esto. Los ojos brillando en la oscuridad.

8.
Y un recuerdo para la pequeña Ana Torrent en el momento en el que miraba por primera vez la película Frankenstein en El espíritu de la colmena (1973) de Víctor Erice.

9.
Entonces, volveré. Lo prometo.

Qué nos va a pasar

Sigo con el recuerdo de las palabras de Joaquín Jordá. Y dibujo en este caso un itinerario lento que se inicia en sus respuestas, pasa por la televisión nocturna, deambula por las páginas de este cuaderno equilibrado y termina en una biblioteca de verano frente a un libro de Enrique Vila-Matas titulado Aunque no entendamos nada.

“Quizá se pueda hablar de la apertura de una tendencia, a pesar de que siempre ha estado ahí, y que se va a ir consolidando y definiéndose por un equilibrio entre lo documental y lo ficticio. La narratividad ha entrado en crisis; el relato televisivo ha banalizado por completo la narración cinematográfica repitiendo hasta la saciedad sus fórmulas, por lo que los esquemas tradicionales del cine clásico, que han sido validísimos durante mucho tiempo, han perdido todo su atractivo. El cine americano de los años cuarenta, cincuenta y sesenta es una obra maestra de la narrativa cinematográfica e incluso literaria, pero por influencia de la televisión ha llegado a un grado de extenuación y de rutina tal, que hoy está ya todo dicho. El espectador que ve horas y horas de televisión sabe ya lo que va a pasar, pues todo sigue unos cauces establecidos y aprendidos. Y una de las maneras de romper esta sensación de aburrimiento que provoca la ficción es introducir elementos procedentes del documental, donde lo imprevisto aún existe”.

Henry Bengoa Inventarium

Henry Bengoa Inventarium

1.
Un mapa de la ciudad de Buenos Aires, con una equis en la calle Suipacha con Rivadavia y otra equis en la calle Paraguay con 9 de julio.

2.
Un papel en el bolsillo interior de la chaqueta en el que pone:
“Escribir algo acerca de los paseos por las grandes ciudades y relacionarlo con aquellas notas sobre comer con cuchara”.

3.
Una entrada al jardín japonés de Buenos Aires.
Número de control: E00048950.
Mayores: 4 Pesos.
En el reverso de la entrada hay un sello de tinta negra en el que puede leerse:
“Gracias por apoyarnos. Invitación válida hasta Diciembre del 2005”.

4.
Una entrada para la película Clean (2004) de Olivier Assayas.
Cine Cosmos, calle Lima 319.
Fecha: 18/06/2005
Función: 16:20
Precio: 8 Pesos.

5.
Una entrada para la sala ND Ateneo.
La Buena Vida.
Sábado 18 de julio, 23 horas.
Fila 2, asiento C3, sector platea.
Valor: 45 Pesos.

5.
Dos libros en el interior de una maleta de cuero negro:
-Aguafuertes vascas, Roberto Arlt.
-El gran Meaulnes, Alain Fournier.

6.
Una nota en la mesilla del Hotel Ailen, habitación 204, en la que puede leerse:
“Maggie Cheung. Los ojos de Maggie Cheung”.

7.
Dos bolsas de plástico en el interior del armario de la habitación 204. En las bolsas, siete películas en DVD:
-El Bonaerense, Pablo Trapero.
-Los muertos, Lisandro Alonso.
-Los rubios, Albertina Carri.
-La niña santa, Lucrecia Martel.
-Nadar solo, Ezequiel Acuña.
-Matrimonio a la italiana, Vittorio de Sica.
-Bocaccio 70, Luchino Visconti, Federico Fellini, Vittorio de Sica y Mario Monicelli.

8.
Una hoja de árbol en el interior de una cartera sin documentos y sin dinero.
Es una hoja amarilla. Pertenece a un árbol llamado Ginko (Ginkgo Biloba).
El Ginko es uno de los árboles más antiguos de la tierra.
Sus hojas parecen mariposas.

Los paraguas

Los paraguas

1.
Uruguay: un frente frío sigue atravesando el Este del país; prevalecerán las nubes y las lluvias. Se oirán truenos sobre el Nordeste.

2.
Japón: intensos chaparrones y tormentas han caído sobre Okinawa, una de las Islas Ryukyu de Japón. En Naha, la lluvia acumulada en sesenta horas ha sido próxima a 350 mm.

3.
Irán: el final del ciclo de cine iraní contemporáneo coincide con el día en que se celebran elecciones presidenciales en esta república islámica.
La película que proyectamos hoy se titula Barán (Mayid Mayidí, 2001), palabra persa que significa lluvia.

4.
El cartel de esta película es misterioso: muestra a la protagonista Zahra Bahramí mirando directamente a cámara. Pero es una imagen que no se da nunca a lo largo del metraje. Y pienso que es la forma que tiene el director para cerrar la historia más allá de la película: ella dice adiós mirando al suelo; él dice adiós con los ojos brillantes. No saben si volverán a verse. Llueve en la frontera de Irán con Afganistán. Y a pesar de la despedida y de la lluvia, él sonríe.
Zahra Bahramí mirando directamente a cámara. Zahra Bahramí mirando directamente a Hossein Abediní; y a nosotros.

5.
Una huella en el barro. Comienza a llover. Termina la película.

6.
Paraguas. Zapatos de lluvia. Una entrada para el teatro ND Ateneo. Una noche de hotel. Un pasaje de Buquebus en el que pone que mi barco sale a las seis de la mañana del sábado. Pasaré dos días en Buenos Aires. Es el último viaje antes del gran viaje. Es un viaje musical. Por eso me acuerdo de Los paraguas de Cherburgo (Les parapluies de Cherbourg), la película que Jacques Demy dirigió en 1964. Cantaré bajo la lluvia.

Vértigo

Vértigo

Aún no he podido escuchar el último disco de Nacho Vegas pero ayer por la noche me acordé de él.

1.
"Lo tengo todo planeado. A partir de ahora me llamaré Jack Duwal".
Frankie acaba de volver al barrio después de unos meses internado en un hospital. Quiere olvidar su antigua vida y dedicarse a la música. A partir de ahora se llamará Jack Duwal y tocará la batería en un grupo de jazz.

2.
Todo sigue como siempre en las calles del barrio: partidas clandestinas nocturnas, billares abiertos las 24 horas, espectáculos con chicas en el Club Safari y un neón parpadeante anunciando habitaciones libres en un lugar llamado Hotel North.
Frío en el Hotel del Norte.

3.
Wellcome Home, Frankie.
-¿Cómo estás, Frankie?
-Curado.
-¿Sí?
-Dejé las drogas para siempre.
-¿Sufriste mucho?

4.
El hombre del brazo de oro se llama Frankie Machine.
Frankie Machine es Frank Sinatra.
Otto Preminger dirigió en 1955 una película titulada The man with the Golden Arm.
Y cada vez que suena esa sintonía nocturna y cargada del compositor Elmer Bernstein, deberíamos sentir temor de nuestros propios fantasmas.

5.
La muerte femenina final de esta película tiene mucho que ver con la extraña caída del campanario de Vértigo (Alfred Hitchcock, 1958). Hay más coincidencias: Kim Novak interpreta a un personaje con el que todos hemos soñado alguna vez.
-Estaba muy sola. Y ese pobre infeliz también necesitaba tener a alguien a su lado.
-Todos necesitamos a alguien... Pero podría haber sido algo mejor que ese.
-¿Cómo tú, Frankie?

6.
“Everybody needs somebody”. Frank Sinatra.

7.
Una cerilla muy cerca del ojo derecho. Y las pupilas totalmente anestesiadas.
Es el momento en el que Molly (Novak) decide irse en un taxi. El número de ese taxi en el que ella abandona el barrio es el 3095. Es sólo un número, pero yo lo anoto. Por si algún día tengo que apostar todo mi futuro a un número.

8.
Nunca he sabido jugar al póquer. Alguna vez lo he intentado e incluso tengo en casa un par de barajas. Pero no hay manera.
En los títulos de crédito se cita un nombre que podría servirme de seudónimo en algún momento. Jack Entratter. A su lado, una de esas profesiones que dan que pensar: asesor de póquer.

9.
Frío en el Hotel del Norte.

Estilo croll

Estilo croll

Me escribe Aimèe desde Frontignan (Francia) y me cuenta que están ensayando el tema acuático de Mai-Mai para su próximo concierto.
El 8 de julio actuarán en el Café Baltimore de esta ciudad francesa y musicalizarán en directo la película de Jean Vigo Taris, ou la natation (1931).
Prometo llegar nadando hasta esa función.

Escribir ficciones

Poco a poco voy preparando las maletas para volver a casa y esto supone repasar archivos, cajas, cajones, armarios, dobles fondos y mirar incluso debajo de la cama. Y justo bajo un adoquín he encontrado un texto elaborado hace dos años: una vez entrevisté a Joaquín Jordá en su casa del Raval.

"Hablar de la figura del guionista en una película documental es una ficción absoluta. Lo que existe es la figura del documentalista, del informador, del recopilador de materiales. Que hay que llamarle guionista por ponerle un nombre, pues vale. Pero en realidad esa figura es la de un investigador, que generalmente es el propio realizador y su equipo de trabajo.
En mi caso, suelo partir de un tema sobre el que quiero profundizar. Después hay un trabajo amplio de documentación; no se trata de escribir un guión escena por escena, sino de saber todo lo posible sobre los personajes, los espacios donde se va a filmar y el tema de investigación. Todos estos datos marcan una cronología de trabajo, que va a servir sobre todo para que el equipo de producción organice el rodaje. Pero el proceso es muy abierto, e incluso debe forzarse esa apertura e incorporar a la filmación cualquier cosa imprevista que ocurra y que en un principio ni siquiera había pensado que pudiera formar parte del documental. Se trata de ir descubriendo la película a medida que se va filmando".

Cine horizontal al óleo

Cine horizontal al óleo

Federico G. Granell es mi pintor cinematográfico favorito.
Cuando miro sus cuadros me acuerdo un poco de Lynch, un poco de Hooper, un poco de Win Wenders, un poco de Antonio López. Pero sobre todo, me acuerdo de un viaje que hice una vez a Asturias.
Expone a partir de este jueves en Madrid, en la galería Fruela de la calle Alfonso XII, entre Valenzuela y Montalbán.
Algún día debería colgar sus cuadros en el interior de un cine antiguo. Y todos nos quedaríamos a dormir bajo el telón, entre las butacas rojas, a la luz de las lámparas de araña. Beberíamos vino y hablaríamos de todas las cosas que se pueden guardar en el interior de un caja. Al día siguiente, una acomodadora vestida con un traje azul nos despertaría iluminándonos con su linterna de mano. Y hablando con un acento extraño, nos diría algo así como: "Es muy tarde. La función doble está a punto de comenzar. Deben abandonar el cine. Vuelvan cuando quieran". Le diríamos adiós y prometeríamos volver muy pronto, a pesar de las distancias, a pesar de todo el mar de por medio. Y sentiríamos un poco de pena al despedirnos para siempre de esta acomodadora misteriosa.

Mirar a cámara

Mirar a cámara

Llegamos a Roma en avión y desde allí tomamos un tren que nos llevó hasta la costa del Mar Tirreno. Pasamos una noche en un pueblo del que ahora mismo no recuerdo el nombre. A la mañana siguiente, tomamos un barco que nos llevó hasta la isla de Giglio. Y mientras navegábamos, alguien dijo que desde la isla se podía ver Montecristo.
Escribo todo esto recordando la única vez que he estado en Roma.
Sigo con Rossellini. Me quedo con su etapa con Ingrid Bergman.
Ayer pasé Roma cittá aperta (1945). Es una película sobre la que se ha escrito demasiado, por lo que esto no es más que una lista muy personal de tres momentos:

1.
-¿Cómo podré reconocerlo?
-Se parará sobre el puente y silbará “Mattinata Florentina”.

2.
Títulos de crédito al final de la película:
“Sceneggiatura e dialoghi di S.Amidei con la collaborazione di F.Fellini”.
Es que la película tiene unos puntos –el humor, el humor- que son cien por cien Fellini.

3.
La fotografía que acompaña este texto.
Es mi secuencia favorita: el tranvía pasa frente a la cámara y las chicas que están apoyadas en la ventana sonríen a cámara. El resto de los pasajeros también miran a Rossellini y el niño que va colgado al final del vagón, saluda con un gesto y dice algo en voz alta que nunca se llega a escuchar. Pero imagino a ese niño y a esas jóvenes contando en sus casas que al pasar con el tranvía cerca de la Via Nomentana, había un señor y un grupo de gente filmando algo para el cinematógrafo.
¿Llegaron a verse alguna vez esas personas en las pantallas de un cine romano?

Cambiar de vida

Cambiar de vida

1.
¿Cómo serán las cosas cuando cumplamos los cincuenta?
Imagino que en algún momento habrá una tarde en la que al salir del trabajo y de camino a casa, nos paremos frente a un escaparate de Manhattan y al vernos reflejados en el cristal nos preguntemos sobre todo lo que podríamos haber sido en esta vida.
El domingo iba a ir al cine pero al final no fui porque llovía mucho. Me quedé en casa viendo Another Woman (Otra mujer, 1988) de Woody Allen.

2.
Podría añadirse este título a la lista de películas sobre la escritura.
Marion (Gena Rowlands) decide alquilar un apartamento en el centro de Nueva York para iniciar un nuevo libro. Y escribir un nuevo libro es siempre una decisión muy difícil.

3.
¿De qué hablamos? Otra vez la pregunta de siempre. Un ejemplo:
-Él nunca intentaría perjudicarte.
-¿Aunque amase a una mujer apasionadamente?
-Será mejor que volvamos.
-Tal vez me haya equivocado contigo. Igual sois el uno para el otro.
-Igual has bebido demasiado champán.
-Igual esta conversación te asusta.
-Tengo que irme.
-Pues vete.

4.
Responder “no lo sé”.
A veces no hay más remedio que responder que no sabemos.
¿Qué te ocurre?

5.
“The National Gallery of Canada has recently acquired an important work by the Austrian painter Gustav Klimt, Hope”.
Gena Rowlands y Mia Farrow hablan de este cuadro durante la película. Quizá algún día viaje a Canadá.

6.
Desasosiego.
Siempre que llega el verano (o el invierno en este hemisferio) prometo volver a repasar El libro del desasosiego de Pessoa.

7.
¿Piensas alguna vez en mí?
Y él responde:
¿Piensas tú en mí?
Y ella responde:
De vez en cuando.

8.
Hay un tema musical en esta película titulado The Bilbao song.
Leo atentamente los créditos y anoto que pertenece a Kurt Weill y Bert Brecht. Performed by Bernie Leighton dice al final.
The Bilbao song. Dentro de tres semanas pasearé por Bilbao.

9.
“Cerré el libro y sentí una extraña mezcla de nostalgia y esperanza. Y me pregunté si un recuerdo es algo que tienes o algo que has perdido. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí en paz conmigo misma”.

10.
En la fotografía, las palabras saliendo de la pared.

Los pies fríos

Los pies fríos

1.
El general de la Róvere no es el general de la Róvere. Escribo esto y me acuerdo de otros casos de impostura. Ser quien no se es. O miedo a ser uno mismo.
Il generale della Róvere es el título de una película que Roberto Rossellini dirigió en 1959.

2.
“Afortunadamente, hoy está nublado.
Y cuando está nublado es difícil que vengan a bombardear”.
Temperatura actual en Montevideo: 12 grados. 87% de humedad. Vientos de 27 kilómetros/hora.

3.
Vittorio de Sica en el papel doble del ingeniero Victorio Emanuele Bardonel Grimaldi y del General de la Róvere.
¿Un caso de heteronimia? O un espejo roto en muchas partes.

4.
Hubo una época en la que sobre los edificios públicos de la ciudad de Génova había carteles en los que se podía leer: Deutsche Wehrmacht Kommandantur Genova.

5.
Otro teléfono cinematográfico. En este caso, el de la familia Fassio de Génova, que espera noticias de su hijo, apresado por los alemanes y acusado de pertenecer a la resistencia.
-¿Dónde puedo encontrarlas?
-Puede telefonearnos. Fassio, 8, 6, 3, 8, 6.
-Señora, espero darle noticias de su hijo muy pronto.
-Gracias.

7.
La lista final, leída en los calabozos de una cárcel italiana.
En el exterior, nieve y un pelotón de fusilamiento.
Samuel Piperno, Mario Ontani, Luciano Albertini, León Zinigalia, Antonio Pascualli, David Paul, Paolo Marconi, Abel Levy, David Funnaro, Giuseppe di Castro, Giovanni Brazzo Forte de la Róvere.

6.
“Mi último pensamiento es para ti. Viva Italia”.
Y en la fotografía, una señora y dos niños mirando a cámara.
Podría ser la familia del señor Grimaldi, pero no lo es.
Podría ser un trineo con una palabra escrita al dorso (Rosebud), pero no lo es.
Es un último pensamiento antes de caer para siempre sobre la nieve de Génova.

Tormentas (2)

Venecia. Un festival de cine a finales de agosto. Una bienal de arte que acaba de comenzar.
¿Es el cine un arte?, nos preguntábamos hace unas semanas en clase. Y les pasaba a los alumnos un texto titulado Manifiesto de las siete artes, escrito por el crítico italiano Ricciotto Canudo en 1914.
El videoarte... Yo qué sé.
¿Qué quiere decir esto?
"Una artista conceptual cuyo trabajo combina imágenes y textos dirigidos hacia representaciones culturales del poder, de la identidad y de la sexualidad, desafiando estereotipos y clichés". Lo han escrito los del jurado de la Bienal para justificar un premio a una artista.
¿Mi respuesta? Si dices muchas veces y muy rápido la palabra "jamón", terminas diciendo "monja". JamónjamónjamónjamónjamónjamónjaMonjamonjamonjamonjamonjamonja...
Repasaba esta mañana el diario La Vanguardia y rescataba una frase del artista Perejaume, que también fue actor en la película de Isaki Lacuesta Cravan versus Cravan:
"No arribarem mai a cap imatge on ens sigui possible descansar?".

Final del invierno más largo

Final del invierno más largo

El grupo musical Mai-Mai trabajó en los años sesenta con algunos de los directores de la Nouvelle Vague.
Rescato el estribillo de una de aquellas canciones compuestas sobre la arena. Y repaso las poderosas imágenes de Hiroshima Mon Amour (Alain Resnais, 1959) para no olvidar que en algún momento, lejos dejará de estar lejos.
"Nôtres histoires d´amour sont les mêmes
comme si nous avions pratiqué
dans des piscines paraleles
la natation synchronisée".
Merci Mai-Mai.

Tormenta

Llovió mucho ayer por la noche. Incluso hubo truenos, relámpagos y palabras enfrentadas. ¿Por qué la película Kandahar de Mohsen Majmalbaf hizo que el ciclo de cine iraní perdiera su tono reflexivo y llegara a un discurso ruidoso y vacío? ¿Por qué nadie dijo nada cuando pasamos ¿Dónde está la casa de mi amigo?, A través de los olivos, Y la vida continúa o El globo blanco?
El final de El globo blanco me parece una crítica sutil, cinematográfica y total a una sociedad –la iraní- que deja a un lado los problemas de los refugiados afganos. ¡Y nadie dijo nada entonces! ¿Pensaron acaso que era una película sobre una niña y un pececito? ¿Y las películas de Kiarostami? ¿Acaso creen los que gritaban tanto ayer que la vida de los niños de aquellas películas era justa y feliz?
Pero claro, ayer todo era mucho más sencillo y se llenaron las bocas con Afganistán, con la guerra, con los americanos, con la situación de la mujer, con los burkas y con las minas antipersonales. Por supuesto que la situación en Afganistán es crítica. Pero ayer queríamos hablar de cine, de cómo el cine afronta cinematográficamente los temas conflictivos de la realidad. Sigo pensando que esta obra es un panfleto de cara a la galería occidental. Sigo pensando que es una mala película.
Más truenos: ¿Por qué a un “artista” no se le puede exigir nada? ¿Es que acaso el público tiene que aceptar cualquier cosa que se le ocurra a un “artista”? Yo no creo en el público pasivo y arrodillado ante la obra. Yo creo en un público que da su opinión de forma ordenada y argumentada. Y que entiende el contexto en el que se desarrolla este ciclo de cine.
¡Qué fácil el juego que propones, Majmalbaf!
¿Por qué dejaste de hacer películas un día y pasaste el testigo a tu hija Samira? Quiero pensar que te diste cuenta de que hiciste una película totalmente demagógica.
Hoy no llueve. La ciudad está tranquila. La vida continúa.

¿De qué hablamos?

¿De qué hablamos?

Pidieron un ciclo de películas de amor. Y en eso estamos, alternando clásicos con películas contemporáneas. El jueves de la semana pasada proyectamos Casablanca (1942, Michael Curtiz). Ayer, Reconstrucción de un amor (2003, Christoffer Boe). Y seguiremos durante los meses de junio y julio.
Con todo esto de las películas de abrazos y despedidas, he recordado el título de uno de los libros de Raymond Carver: ¿De qué hablamos cuando hablamos del amor? Leí muchas veces aquel relato. Hasta que me di cuenta de que el cuento era una pregunta, no una respuesta.
Casi siempre sucede que las películas de amor son mucho más que películas de amor. La del danés Christoffer Boe es también una reflexión laberíntica sobre la creación literaria. ¿Qué es lo que está sucediendo en la vida de ese escritor que asiste y crea al mismo tiempo la pérdida de su esposa?
“Till Aimee.
Utan henne fanns det inget”.
Es la dedicatoria que abre el último libro escrito por ese personaje.
“Para Aimee.
Sin ella, no habría nada”.
Inicio con este ejemplo una lista de películas en las que se trata el tema de la escritura y sus abismos. Encabezando esa lista, La notte (La noche, 1961) de Michelangelo Antonioni.

Un deseo, una palabra

Hace dos noche estuve contando cuántos planos tenía el cortometraje que Krzysztof Kieslowski filmó en 1968 como trabajo de fin de graduación de la escuela de cine de Lods (Polonia). La película se titula Koncert Zyczen (Concierto de deseos), tiene 70 planos y dura 15 minutos. Conté los planos para tratar de entender algo. ¿Qué? No lo sé. Simplemente conté los planos y anoté que tenía setenta.
Me gustan sus imágenes en blanco y negro y el final de la historia, que de alguna manera es feliz y un poco triste al mismo tiempo. El cortometraje termina con un tema de rock polaco de finales de los sesenta. Si yo tuviera un grupo de música, haría una versión.
Quizá algún día la hagamos.
Dice así:
“No vuelvas a mirarme nunca de esa manera.
No vuelvas a decirme nunca que no estás enamorada.
No vuelvas a envenenar nunca tus palabras con rencor.
No vuelvas a castigarme nunca con ese silencio.
No vuelvas a mirarme nunca de esa manera.
No dejes que tus ojos vuelvan a ser tan fríos.
Nuestro amor sigue vivo. Aún no nos ha llegado la hora.
No vuelvas a mirarme nunca como lo has hecho hoy.
No vuelvas a mirarme nunca de esa manera.
No vuelvas a levantarme nunca la voz.
No vuelvas a arriesgarlo todo por una palabra.
Quizá yo no la olvide nunca”.

Luces y sombras

Luces y sombras

Me escribe el amigo R desde París y me dice que el misterioso director Isaki Lacuesta ha rodado estos días en Barcelona unas escenas para su película sobre Camarón, que se titulará La Leyenda del tiempo.
Sobre esta película que aún no existe diré que hubo un día en el que el director estuvo a punto de viajar a Japón para rodar una parte del proyecto con la actriz Kioko Fukada, una de las protagonistas de la película Dolls (2002) de Takeshi Kitano .
Sobre Isaki y las películas invisibles diré que en algún momento, quizá el año que viene, viajará a Argentina para rodar una historia sobre un desaparecido durante la dictadura. Se titulará La voz de Hugo.
Y termino esta nota con una sombra. Ha sido mi única intervención como actor en el mundo del cine. Fue durante el rodaje de Cravan versus Cravan (Isaki Lacuesta, 2002). Hice de sombra del poeta boxeador y sé que nunca voy a poder superar esta interpretación fantasmal.

El tiempo de los gitanos

Es el título de una película rodada por Emir Kusturika en 1989. Pero estoy hablando de otra cosa.
Resulta que si uno escribe el nombre del director japonés Takeshi Kitano en el programa Word, el maldito corrector ortográfico automático cambia Kitano por Gitano. El resultado es curioso y da como para un título de spaghetti western: Takeshi Gitano contra Curro Jiménez. Duelo al sol.

Tia Mak

Tia Mak

“Las tierras misteriosas de Barren, desoladas, llenas de guijarros, barridas por el viento. Espacios ilimitados que coronan el mundo”.
Con esta leyenda, y tras unas imágenes que mostraban la inmensidad de un mar de nieve y hielo, comenzaba Nanook of the North, la película que Roberth Flaherty rodó en 1922.
¿Qué fue de Nanook y de los suyos? ¿Alguien lo sabe?
Imagino que alguien en la región de Barren, en Ungava del norte (Canadá), debe acordarse de aquella película en la que Nanook el oso, jefe de los itivimuits, mostraba los secretos de los esquimales a la cámara de Flaherty. Imagino que en algún lugar, ilimitado y barrido por el viento, debe haber alguien que piense que todo aquello no fue más que un espejismo.
La película termina con una imagen que muestra a Nanook durmiendo. Quizá soñando con una película en la que alguien muy parecido a él sonríe a cámara después de cazar un oso. Es un final tan misterioso e ilimitado como todo el mar de hielo de Ungava. Después la pantalla funde a negro y unas letras despiden la película en el idioma de los itivimuits.

Diálogo imaginario con Sukurov

-¿Por qué dices que el futuro del cine está en las personas que aman la literatura por encima de todo? No me parece que tenga que ser sólo así.
-Creo que las grandes historias están en los clásicos de la literatura universal.
-Vale, me parece bien y puedo estar de acuerdo, pero estamos hablando de cine, no de literatura. Es como si dijeses que el futuro de la pintura, de la música o de la arquitectura está sólo en manos de las personas que aman la literatura por encima de todo. Yo creo que el futuro del cine está en manos de aquellos que aman el cine. Ni por encima ni por debajo de nada; hay que confiar simplemente en aquellos que aman el cine. Y sabes perfectamente que lo importante en todo esto no es tanto el cine sino una actitud…
-Es cierto. Pero es que disfruto tanto leyendo a los clásicos. Y también observando las obras de los grandes maestros de la pintura.
-Yo también disfruto con esas cosas. Y con una buena cena y con un viaje en tren y con una buena compañía en una noche de verano y con un baile de pueblo y con una carta esperando en el buzón de mi casa y con una película antigua y con la reproducción de un cuadro que estudié en la escuela y con una botella de vino francesa y con vivir cerca y lejos al mismo tiempo y con un concierto de cello y con un curso de idiomas y con un desayuno con tostadas y aceite y con un torneo de ping pong y con un libro de fotografías polaroids que un director de cine ruso hizo en Italia cuando ya estaba enfermo