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UNA CAJA CON COSAS DENTRO

Y diez

Y diez

0.
¿Me gusta el boxeo? No. Una vez estuve en un combate de boxeo y no me gustó.
Pero me gusta mucho When we where kings (1996), el documental que rodó Leon Gast sobre el combate que en 1974 enfrentó en Zaire a George Foreman y Muhammad Ali.
También me gusta el boxeo artístico y misterioso de Cravan, pero de eso escribiré otro día.

1.
Body and soul. Podría ser el título de un disco nocturno de los años cincuenta, pero es el título de una película pugilística que rodó en 1947 Robert Rossen.

2.
Lo de la cuenta atrás siempre me ha parecido extraño: esos números contados del revés y como a cámara lenta, anunciando al mismo tiempo el final y el principio de algo. O viceversa.

3.
A veces todo puede explicarse de manera muy simple: un lugar en el que poder descansar. El personaje de Charley Davis no busca más que un lugar en el que poder descansar y recuperarse así del dolor de la cicatriz sobre su ojo izquierdo.
A veces no hace falta más que un lugar en el que poder descansar para arreglarlo todo.

4.
Otra vez el viento del norte, esta vez sonando en una azotea.
Charley y Peg se abrazan para protegerse del frío:
-¿Qué es lo que quieres hacer?
-Lo único que sé hacer, boxear.
-Si quieres boxear, hazlo.
-¿Tú estarías de acuerdo?
-Estaré de acuerdo con lo que tú quieras. Te amo, Charley.
-¡Seré boxeador!
-Tigre, tigre…

5.
¿Qué fue de las vidas de los boxeadores que perdieron contra Charley Davis?
Red Sweeney, Sunny Fuller, Phil Marco, Slat McCoy, Jackie Marlowe…
¿Dónde están, dónde pasaron la noche posterior al combate, qué hicieron al volver a sus casas, recordarán todavía que un día estuvieron a punto de llegar a lo más alto, recordarán todavía que todos los que gritaban a su favor olvidaron sus nombres después de la derrota?
“Odio a todos esos que hablan de ganadores y de perdedores como si la vida fuera un maldito juego”.

6.
Las noches solitarias.

7.
¿Te duele?
Me acuerdo de una historia que me contaron una vez sobre una cicatriz en la rodilla derecha.
Me acuerdo de una historia que me contaron una vez sobre una cicatriz en el párpado del ojo izquierdo.
Charley recuerda los nombres de los lugares en los que le hirieron, como si cada marca tuviera un nombre de ciudad.
-¿Y esto?
-Chicago.
-¿Y esto?
-Filadelfia.
-¿Y eso?
-Boston.

8.
Sobre el poema que Peg aprendió en la escuela:
“Tigre, tigre,
Brillan tus ojos en la negra noche
Mirando a la presa con sigilo
Que se estremece ante tu simetría”.

9.
El último combate. El asalto número quince. Todo sucede en un silencio extraordinario. En palabras de uno de esos periodistas con sombrero que están siempre sentados muy cerca del ring:
“Jamás había visto nada parecido en mi vida. En la sala se ha producido un gran silencio. Se presiente el final. Se ve miedo en los ojos de Marlowe cuando Davis ataca... Davis persigue a Marlowe por todo el ring como el tigre persigue a su presa en la negra noche”.

10.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve...

¡Guau, guau!

El cine uruguayo aterriza y despega al mismo tiempo. Y ya hay película sucesora de Whisky. Se titula La perrera, la dirige Manuel Nieto y va a ser la gran sorpresa en alguno de los festivales que quedan en el 2005. Premio seguro. Continuará.

El futuro (y el pasado)

El futuro (y el pasado)

Durante muchos años me sentí muy lejos de las películas que los libros de historia consideraban como obras maestras del Hollywood clásico. No entendía los elogios de la crítica y de los historiadores. Hasta que me di cuenta de que todos ellos habían crecido con esas películas; fue entonces cuando comprendí su emoción; fue entonces cuando comprendí que el cine era una forma de recordar lo que habíamos sido.
El jueves por la tarde puse Casablanca (Michael Curtiz, 1942). Dejé a un lado el argumento, las localizaciones, los diálogos e interpretaciones y observé la película como un espacio en el que personajes que ya no estaban entre nosotros volvían a la vida. Me acordé de una época en la que nunca había vivido; me acordé de unos cines en los que nunca había entrado. Y me sentí emocionado al ver los gestos y movimientos de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.
Creo que poco a poco voy comprendiendo la capacidad del cine para retener el tiempo. Creo que poco a poco voy comprendiendo la capacidad del cine para definir nuestras biografías.
Y sé que cuando sea viejo lloraré en todas las películas.

Los gestos

No es lo mismo comer con tenedor y cuchillo que comer con cuchara.
Comer con cuchara es mucho más solitario.
Anoto esta reflexión recordando al personaje que hace de padre de Georges en la película Código desconocido (Michael Haneke, 2000).
Vive en el campo, está solo, come remolacha con una cuchara.
Se esconde en el baño para llorar.

Desayuno sobre la hierba

"Me encanta el béisbol. No tiene porqué significar nada, pero creo que es hermoso de ver".
Con esta reflexión, recogida en la película Zelig (Woody Allen, 1983), termino con la serie sobre La Libertad de Lisandro Alonso.
Hay cosas que no tienen porqué significar nada, que simplemente son hermosas de observar, que nos gustan aunque no terminemos de entender, que nos recuerdan que una vez estuvimos desayunando sobre la hierba en una agradable mañana de un verano francés.
Sobre Zelig se podría escribir mucho más, pero por ahora me conformo con añadir este título a la serie de películas sobre personajes que han perdido la memoria; y ya van tres: El hombre sin pasado, Aki Kaurismäki, 2002; El gran dictador, Charlie Chaplin, 1940.

¡Pierrot!

¡Pierrot!

Juliette Binoche gritando un nombre.
Durante un tiempo pensé que Binoche era la actriz que mejor nadaba en el cine. Fue en la época en la que rodó Bleu (Azul, 1993) con Kieslowski. Michael Haneke recuperó en Code inconnu (Código Desconocido, 2000) la imagen de esta actriz dentro de una piscina. La película del austriaco llevaba un subtítulo desconcertante: relato incompleto de diversos viajes. Al fin de la noche, añadiría yo recordando a Céline. Me llama la atención que los personajes de la última película de Haneke, también protagonizada por Binoche, se llamen igual que los de aquella película: Anne y Georges. ¿También hay piscinas en esta obra titulada Caché?
Hoy es un día raro: demasiado calor para estar tan cerca de la llegada del invierno. Y el pronóstico del tiempo esconde en su objetividad lo que está a punto de suceder:
”Un frente estacionario sobre Uruguay provocará precipitaciones e incluso algunas tormentas a través de gran parte del país. Cielos cubiertos dominarán la región durante el resto de la jornada junto con temperaturas levemente más frescas, aunque aún superiores a las habituales”.

Sumergible a cinco metros

Sumergible a cinco metros

Vuelvo a las piscinas y a las películas (y me acuerdo de aquella canción de Migala en la que se describían piscinas vacías y nocturnas desde un tren).
The last picture show, Peter Bogdanovich, 1971.
Fue el primer papel en el cine de la actriz Cybill Sheperd. El otro día escribí sobre Ben Johnson en el papel de Sam el León y hoy recupero la imagen en la que el personaje de Jacy Farrow se lanza desnuda a una piscina. Y el reloj que le ha regalado su pretendiente unas horas antes deja de funcionar.
Toda la película podría resumirse de alguna forma en ese reloj que se rompe al sumergirse en el agua.
Por cierto, en Uruguay a las piscinas les llaman piletas.

Bla, Bla, Bla (y una canción)

La noche del 6 de octubre de 1927, Al Johnson, protagonista de The jazz singer (Alan Crossland, 1927), se dirigía al público desde la pantalla y decía: "Esperen un momento, pues todavía no han oído nada. Escuchen ahora". De esta forma comenzaba la era del cine sonoro.
Nunca he visto la película de Crossland y los libros dicen que no merece demasiado la pena. Pero esa frase me gusta y pienso que en algún momento podría utilizarse para comenzar una película en la que los personajes fueran mudos.

Montevideo-Nara-Faaroe-Bilbao

Montevideo-Nara-Faaroe-Bilbao

¿Qué respondería Ingmar Bergman si le preguntaran qué país le gustaría visitar?
Imagino que hoy en día a nadie se le ocurriría viajar hasta la isla de Faaroe para preguntar algo así al director, pero en 1974, un periodista francés le preguntó al cineasta sueco sobre sus preferencias geográficas y Bergman respondió que siempre había querido conocer Uruguay. Dijo que en Montevideo sus películas eran siempre un éxito y que consideraba que el público uruguayo era uno de los pocos que lograba comprender sus obras.
He encontrado este dato mientras revisaba en la hemeroteca un ejemplar del diario El País de Uruguay de 1983. Cuando llegué a Uruguay hace ya tres años estaba convencido de que la arquitectura de esta ciudad tenía mucho que ver con la de las casas unifamiliares de la periferia de las grandes ciudades japonesas.
Después de todos estos años y en este preciso instante, sólo puedo escribir que Suecia está cada vez más cerca.

Los ojos brillantes

En algún momento tengo que seguir escribiendo sobre las sombras, pero mientras tanto leo y anoto que Víctor Erice ha rodado un cortometraje utilizando como material de trabajo la película ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987) de Abbás Kiarostamí. El director proyectó el filme en un colegio y rodó las impresiones y comentarios de los alumnos sobre esta película en la que el pequeño Ahmad busca la casa de su compañero de escuela Nematzadeh. El 13 de mayo pasamos la película en Montevideo y me pregunto ahora sobre esta extraña casualidad que hizo que nuestra fecha coincidiera con la proyección de Erice. Es raro todo esto de la distancia y de los hilos invisibles, pero yo sigo confiando en los momentos cinematográficos fuera de las salas de cine.
Hubo un día en el que Ana vio por vez primera a Frankenstein (James Whale, 1931).
-¿Es un espíritu?

Desaparecer

En algún momento tenía que suceder. Y sucederá. Por eso inicio hoy una cuenta atrás que terminará dentro de un mes. Arthur Cravan diría que el final sólo significa otro comienzo, otro lugar, otro nombre, otro idioma. Pessoa escribió una vez que la única forma de volver a ser es recuperar nuestra condición de extranjeros.
El final de la caja coincidirá con el final de Montevideo. Será uno de esos trucos de magia con truco de magia dentro, como nos enseñó Orson Welles en F for Fake (1973). Una desaparición lenta, fotograma a fotograma, al estilo de la película invisible que anotaba ayer en la que el personaje principal desaparecía para siempre tras la niebla que separa y une la frontera entre Brasil y Uruguay. También me acuerdo de Wakefield, el personaje del cuento de Nathaniel Howthorne que un día desapareció de su casa sin desaparecer nunca realmente.

Niebla

Niebla

Fragmento de una película que no existe:
"Viajaba todas las mañanas hasta la frontera con Brasil. Hasta que un día desapareció para siempre".

El otro lado

Tormentas. Pequeñas tormentas sonando lejos y acercándose poco a poco. Me gustaría programar un ciclo de cine argentino-uruguayo en la cinemateca del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Se titularía EL OTRO LADO.
Es imposible olvidar el impacto de La Libertad de Lisandro Alonso. He estado buscando información sobre el director: rodó esta película con 25 años, costó 30.000 dólares (5 millones de pesetas), nadie cobró un sueldo y el presupuesto se destinó a la compra de película virgen, alquiler del equipo, comida y revelado; se rodó en diez días con un equipo de diez personas y se utilizó una cámara de 16 milímetros.
Termino con un ejercicio de memoria: la primera vez que vi la película La Libertad de Lisandro Alonso fue el domingo 29 de mayo del año 2005 en la sala Cinemateca Pocitos (Calle Alejandro Chucarro 1036) de la ciudad oriental de Montevideo en sesión de las 20:55 horas.
Y la tormenta cada vez más cerca.

EL OTRO LADO:
Ezequiel Acuña
Nadar solo, 2003
Como un avión estrellado, 2005
Lisandro Alonso
La Libertad, 2001
Los muertos, 2004
Adrián Caetano
Bolivia, 2001
Un oso rojo, 2002
18-J, 2004
Albertina Carri
Los rubios, 2003
Diego Lerman
Tan de repente, 2002
Lucrecia Martel
La ciénaga, 2000
La niña santa, 2004
Celina Murga
Ana y los otros, 2003
Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll
25 Watts, 2001
Whisky, 2004
Ana Poliak
La fe del volcán, 2001
Parapalos, 2004
Martín Rejtman
Los guantes mágicos, 2003
Pablo Trapero
Mundo grúa, 1999
El bonaerense, 2002
Familia rodante, 2005
Sergio Wolf y Lorena Muñoz
Yo no sé qué me han hecho tus ojos, 2003

When old age...

When old age...

0.
Adiós.
Ben Johnson as Sam the Lion.
The last picture show, 1971, Peter Bogdanovich.

1.
“Odio el viento del norte”.

2.
Otra vez Texas. Esta vez todo sucede en un pueblo llamado Archer City, muy cerca de las cataratas de Wichita. La película comienza con un plano de la calle principal del pueblo; en una de sus esquinas, el cine Royal. Incluso puede leerse el título de la película que están proyectando: Winchester 73 (1950, Anthony Mann).
Y el viento del norte tomándolo todo y sonando con una violencia extraña: ¡shhhhhhhhhhh!

3.
A veces el oeste es triste.

4.
“When old age/shall this generation waste…”.
14 de noviembre de 1951. Es como si algo importante y definitivo estuviera a punto de suceder. Y mientras el frío y el desencanto aumentan, un profesor lee un poema de John Keats:
“Cuando la vejez haya consumido a esta generación
Tú permanecerás ajena a esta inmensa tristeza…”.

5.
Un Motel llamado Cactus. Un pantano lleno de tortugas. Un Café llamado Texas Moon. Una herida muy cerca del ojo. Las luces de un pueblo nocturno. Los grillos cada vez más lejos.
A veces el oeste puede ser muy triste. Y me acuerdo de otra película crepuscular: The Misfits, dirigida en 1961 por John Huston. Una vez vi esta película en unos cines de Barcelona que ya no existen.

6.
La película está basada en la novela homónima de Larry Mcmurtry. He puesto el nombre del autor en el buscador de la librería La Central y esto es lo que he encontrado:
Mcmurtry, Larry
The last Picture show
Editorial Phoenix, sca
11.27 Euros
ISBN 1-85799-813-8
La Central del Raval: no está disponible.
La Central: en 4/5 días.

7.
Una conversación (quizá la última):
-Hola. ¿Qué tal te va?
-Bastante bien.
-Pensé que vendrías a visitarme uno de estos días.
-Sí. He oído que te vas a Corea. He pensado venir a verte antes de que te vayas.
-Me alegro. Me voy mañana con el primer autobús.
-¿Quieres ir al cine? Van a cerrarlo. Hoy es la última noche.
-Claro, podemos ir. No quiero perderme la última sesión. Vamos en mi coche. No voy a conducir en mucho tiempo…

8.
La última película que proyectaron en el cine Royal de Archer City fue Red River (1948) de Howard Hawks.

9.
Y un final lleno de tristeza infinita.

La libertad gigante absoluta gigante libertad

De vez en cuando sucede. Es raro, pero de vez en cuando sucede. Entrar a una sala de cine sin saber muy bien qué se va a ver, asistir sorprendido a una revelación y comprobar que al encenderse las luces todo ha cambiado. Pequeño cine apocalíptico, podría titularse todo esto.
Cuando viajé a las cataratas de Brasil, anotaba en este cuaderno que no entendía porqué ningún director del llamado Cono Sur incorporaba la selva a sus películas. Me acordaba entonces del relato tropical del tailandés Apichatpong Weerasethakul (Tropical Malady, 2004). Después de la sesión de ayer noche diré que hay un director argentino que no sólo incorpora la selva –en forma de bosque en mitad de la Pampa-, sino que la transforma en una película tan misteriosa, rara, potente y desconcertante que al salir del cine la ciudad de Montevideo no era la misma ciudad de Montevideo que conocía hasta entonces. La película se titula La Libertad y la dirigió el argentino Lisandro Alonso en el año 2001.
Continuará.

Amanecer

Amanecer

Es el título de una película rodada en 1927 por F. W. Murnau.
También es el tema de esta fotografía que me envió un amigo desde la isla sueca de Faaroe.
La fotografía tiene una frase escrita al dorso: "Malditos los mediocres".

Tormenta de invierno (y de verano)

Una vez visité en Berlín la casa en la que había vivido Robert Walser. Años más tarde viajé a Suttgart y paseé por las calles en las que el escritor suizo se inició como periodista.
¿Por qué recuerdo una y otra vez a Robert Walser? Siempre he tenido la sensación de que sus libros esconden un gran secreto. Quizá una película. O cualquier otra cosa misteriosa. ¿Qué quiero decir con esto? No lo sé.
Esto no es más que un apunte sobre las tormentas de nieve. Una traducción de un texto que podría haber escrito Walser. O el inicio de una película que quizá podamos ver algún día.

Cinematograph (dies ist eine geheime Nachricht):
Es ist eine Frage. Und wenn wir es versuchen? Es ist möglich, daß Du sagst, daß es keinen Sinn hat. Es ist möglich, daß Du nicht einmal antwortest; Aber es ist ein alter Film; aber dies ist einer von den Filmen in denen eine Schauspielerin einer italienischen Schauspielerin sehr ähnlich sieht. Manchmal nachts erinnere ich mich an meine Ankunft mit dem Zug. Die Kälte. Das Treffen. Ich erinnere mich auch an diese Stadt, den Wald, den See, das Buch, das Fenster deines Zimmers, die Küche. Die Antwort ist einfach: Es muß nur anfangen zu regnen. Dann schreibst du mir. Und ich gehe Dich suchen.

Viaje a Melo

Son cinco horas en coche. Llegaremos muy tarde y mañana jueves por la mañana comenzaremos con las fotos y con las entrevistas. Ayer escribía que nunca había caminado por el desierto. También podría haber anotado que nunca en mis años uruguayos había estado en un pueblo del interior llamado Melo.
Es uno de esos viajes cinematográficos que de vez en cuando conviene hacer: por salir de Montevideo y por visitar un lugar en el que en estos momentos se está construyendo una película.
Los directores son Enrique Fernández y César Charlone; el título del largometraje, El baño del Papa. Charlone es el director de fotografía de Ciudad de Dios (2002, Fernando Meirelles) y la productora del proyecto es la de Meirelles. Vuelvo el viernes. Quizá en algún momento escriba un texto que comience con estas palabras: "El cine uruguayo aterriza y despega al mismo tiempo".

Maneras de decir adiós (2)

Maneras de decir adiós (2)

1.
Cuando se estrenó la película Paris, Texas de Win Wenders en el festival de Cannes del año 1984 yo tenía ocho años.
En uno de los cajones del escritorio del salón de casa hay cintas de Súper-8 que mi padre rodó cuando éramos pequeños. Las imágenes muestran escenas de cumpleaños, un viaje al zoológico de Madrid, juegos en la playa de la costa catalana, un truco de magia con chistera… En ninguna de aquellas películas caminamos por el desierto.

2.
¿Qué pasa si uno llama a los números de teléfono que salen en las películas?

-Ahora quiero hacerte una última pregunta. ¿Este nombre de la tarjeta es el tuyo? ¿O es de algún pariente? Bueno… Voy a llamar a este número para ver si me dicen quién eres. ¿Telefonista? Por favor, quiero hacer una llamada. Los Ángeles, California. Indicativo 213.

3.
Indicativo 213. Los Ángeles, California.
¿Existirá un número de teléfono en el que le puedan decir a uno quién es?
Me acuerdo ahora mismo de aquel teléfono al que llamaba Ann en Things I never told you (Isabel Coixet, 1995).

4.
Nunca he caminado por el desierto. Nunca he comido hielo después de caminar por el desierto. Nunca he estado en un lugar llamado Terlingua, en el sur de Texas. Nunca he conducido un coche de alquiler con matrícula 667 DJP.
Pero sé cómo llegar a ese lugar: hay que tomar la 10 hasta Melbourne, la 90 hasta Alpine y después la 118 hacia el sur.
Una vez quise irme lejos.

5.
-¿Sabes? Ya me estoy empezando a hartar de este silencio. ¿Quieres hablar? Yo también puedo estar callado. Prefiero que estemos callados los dos el resto del viaje.
-París.
-¿Qué?
-París
-¿París?
-¿Tú has estado en París?
-No.
-Podríamos ir ahora.

6.
¿Se puede estar muerto por cuatro años y reaparecer un día en el desierto de Mojave?
A veces hay viajes que van más allá; a veces hay viajes que llegan hasta el final de la noche.

7.
Es raro cuando hay agua en las fotos; es raro ver el agua congelada en esas fotos en las que alguien vacía un vaso en el momento en el que se aprieta el botón de la cámara. Son raras las fotografías en las que aparece una fotografía.
Es raro el color de las películas de súper-8.
También es raro despedirse de un país lejano.

8.
-Todo lo que quería era dormir. Y por primera vez deseó estar lejos de allí; deseó estar perdido en un vasto país donde nadie le conociera. Algún sitio sin idioma, sin calles. Soñó con ese sitio sin conocer su nombre.

9.
La película París, Texas termina en un hotel de Houston llamado Meridian. No he podido encontrar el teléfono de este hotel.
La película París, Texas termina en la habitación 1520 del hotel Meridian.
¿Telefonista? Por favor, quiero hacer una llamada. Houston, Texas. Hotel Meridian, habitación 1520.

10.
Imagino que hay un momento en la vida en el que uno vuelve del desierto y se sienta frente a todo su pasado en una habitación de color rojo.
-¿Dónde has estado?
El lunes supe que en julio dejaré de vivir para siempre en la ciudad oriental de Montevideo.

Zyczen

Zyczen

¿Cómo se dice Volver en polaco? Es el título de esta película en blanco y negro que fue rodada por un cineasta amateur a finales del verano de 1968.