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UNA CAJA CON COSAS DENTRO

Guardianes entre el centeno

miércoles 20 de abril

Dormir en el cine. Esta mañana he vuelto a intentar dormir en el cine, pero no lo he conseguido, pues no es nada fácil entregarse al sueño si no hay un lugar cómodo en el que apoyar la cabeza. O al menos a mí me cuesta mucho. Y lo de entrar en las secciones de prensa con una de esas almohadas con forma de herradura, pues como que no queda muy bien. Y comento todo esto de dormir en una butaca roja, sin intención alguna de menospreciar las películas que estoy viendo; pero es que son ya muchos días viviendo a oscuras, madrugando un poco y terminando tarde, y el cansancio hace que en todas las sesiones de primera hora me asalte en algún momento la tentación de descansar profundamente por unos minutos.
Siempre he querido dormir dentro de un cine. Y cuando escribo dormir quiero decir pasar toda una noche dentro de un cine, bajo la pantalla, con un colchón, una manta, una almohada y un despertador para irme antes de que llegue la señora de la limpieza o el proyeccionista. Me sucede lo mismo con los museos y con los acuarios: siempre me parece que lo más interesante de estos lugares sucede justo cuando cierran las puertas al público.
Dos películas por la mañana y la sensación de que estoy ya mayor para algunas cosas: el argentino Ezequiel Acuña presentaba en la sección argentina a competencia Como un avión estrellado. La historia se centra en un joven de quince o dieciséis años que está en proceso de iniciación a la vida adulta. Y bla, bla, bla, bla, bla, bla, pero yo me he sentido muy lejos de las motivaciones y rumbos de los personajes. Lo más raro de todo es que el propio estilo del realizador parece totalmente adolescente, con musiquita sonando alto y cámaras lentas mostrando a una joven de la que el protagonista está enamorado. ¿Juego del director, empatía con el personaje? No lo sé, pero me da igual. La película no es mala ni buera y hay algún personaje interesante, pero yo no estoy para estas cosas. Si quiero adolescentes sin rumbo, releo La Biblia de neón de John Kennedy Toole. Y para adolescencias de cine con normalidad y ciudad al fondo, me quedo con El otro barrio (2000) del silencioso y cada vez más interesante Salvador García Ruiz.
La segunda película del día ha repetido adolescencias y dudas de iniciación; su título, Temporada de patos, del mexicano Fernando Eimbcke. Lo que más me ha gustado ha sido la música con la que empezaba: una canción pop cantada por una chica en la que se contaba la historia de un pato bañándose en el agua y algo del final de un verano. Rodada en blanco y negro y en 16 milímetros, bla, bla, bla otra vez y nada que me apetezca contar en este cuaderno, pues no hay nada que me haya emocionado.
Termino con una promesa: dentro de una hora volveré a ver la película del taiwanés Tsai Ming Liang titulada The Wayward Cloud. Es la película que más me gustó de las que proyectaron en Berlín. Y esta tarde volveré a verla en Buenos Aires. Estos puentes e hilos secretos que saltan geografías y unen todo lo que está lejos son quizá lo único que hace que todo esto de las películas y de los viajes merezca realmente la pena. Prometo estar muy cerca cuando esté viendo esa película, cuando los que lean esto estén leyendo esto.

2 comentarios

go -

Ahora que nombras a Salvador García Ruiz, que yo ni conocía, veo en el programa del FAS de este trimestre que ponen "Murmullos en la ciudad".
¿Qué me dices, merece?

manolod -

sin tiempo para leerte una entrada que con ese título no debiera saltarme, te casi ni contesto a lo de los grupos.
a bote pronto te remitiría al catálogo de www.indicevirgen.com, el sello con quien publica entre ríos en argentina y distribuidora de grupos españoles como le mans o la buena vida.
hay otra bandas como cineplexx (electrónica) o jaime sin tierra (como si radiohead hubieran perdido en la guerra de las malvinas) que tampoco me apasionan. así a bote pronto no caigo en mucho.
si el trabajo me lo permite ya miro con más detenimiento, pero seguro que te estarás entonces de vuelta a montevideo.