La cara oculta de la luna
Cada vez que veo El hombre sin pasado (Aki Kaurismäki, 2002) me acuerdo de Frankenstein (James Whale, 1931). Cada vez que veo Frankenstein, me acuerdo de El espíritu de la colmena (Víctor Erice, 1973).
Nunca he estado en Finlandia. Nunca he cenado dentro de un contenedor. Nunca he tenido una de esas máquinas de discos llamadas "jukebox". Pero quiero que en algún momento de mi vida alguien me cuente que estuvo en la luna, que hacía un poco de frío, que no vio a nadie y que volvió a la tierra para cenar conmigo dentro de un contenedor ilumidado por velas.
Es uno de los diálogos más raros de la historia del cine:
-¿Cocina a menudo?
-No mucho.
-Los frijoles estaban buenos.
-Ayer fui a la luna.
-¿Cómo estaba?
-Tranquila.
-¿Vio a alguién?
-No, era domingo.
-¿Por eso regreso?
-Sí, y por otras cosas.
Nunca he estado en Finlandia. Nunca he cenado dentro de un contenedor. Nunca he tenido una de esas máquinas de discos llamadas "jukebox". Pero quiero que en algún momento de mi vida alguien me cuente que estuvo en la luna, que hacía un poco de frío, que no vio a nadie y que volvió a la tierra para cenar conmigo dentro de un contenedor ilumidado por velas.
Es uno de los diálogos más raros de la historia del cine:
-¿Cocina a menudo?
-No mucho.
-Los frijoles estaban buenos.
-Ayer fui a la luna.
-¿Cómo estaba?
-Tranquila.
-¿Vio a alguién?
-No, era domingo.
-¿Por eso regreso?
-Sí, y por otras cosas.
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