Cannes
0.
Han pasado ya tres años desde que estuve por primera y única vez en el festival de cine de Cannes. Publiqué aquel viaje en las páginas de una revista que ya no existe. Hoy recupero ese texto. Es la única forma que tengo para poder estar al mismo tiempo en el lugar en el que ahora me encuentro y en una sala de cine oscura y luminosa de la lejana costa de Francia.
1.
Estuvimos mucho tiempo en silencio después de ver la última película de Víctor Erice. Después buscamos una playa de olas gigantes para bañarnos de noche.
2.
Hace un tiempo, volviendo a casa de madrugada, encontré un mapa de carreteras de Francia, uno de esos de la marca Michelín con anuncios de las Galerías Lafayette de París en la parte posterior. Guardé el mapa en una caja y no me acordé de él hasta que la prensa anuncio que Víctor Erice iba a presentar su nueva película en el Festival de cine de Cannes.
- ¿Cómo se llega a Cannes?
- No sé.
- ¿Tienes un mapa?
- Hace un tiempo, volviendo a casa de madrugada
3.
Calculé que la distancia desde mi casa hasta el festival era de mil doscientos kilómetros y dibujé un plano de carreteras marcando con una equis de color azul las paradas que iba a realizar. Había sólo dos equis.
Llegué a la conclusión de que tampoco era tanta la distancia. Llegué a la conclusión de que tampoco era tanto el tiempo. Sobre todo teniendo en cuenta la trilogía en forma de décadas que había construido Víctor Erice: 1972, El espíritu de la colmena; 1982, El Sur; 1992, El sol del membrillo. Tres veces diez.
4.
Conducir de madrugada por una carretera sin coches y escuchando emisoras en otro idioma no era sólo conducir de madrugada sino viajar hacia algún lado. Me acordé entonces de las historias que contaban viajes clandestinos al otro lado de la frontera y de los trenes con destino a cualquier cine de nueva ola de la ciudad de París.
Hice una primera parada en Barcelona. Recogí a Miguel y decidimos turnarnos al volante.
Ahora nos tocaba viajar a nosotros. Ahora todo estaba mucho más cerca; tanto, que justo en el momento en que escribía en mi cuaderno de notas estamos cruzando la frontera, acabábamos de cruzar la frontera.
5.
Aquí se rodó una película. Los veranos eran muy largos, yo era un niño y las películas eran acontecimientos de domingo que terminaban siempre con trompetas del séptimo de caballería ahuyentando a indios de nombres misteriosos. Por eso me llamó tanto la atención que cerca de nuestra casa de verano se hubiera rodado una película. Y es que el cine era algo que siempre sucedía lejos.
- Aquí se rodó una película.
- ¿Dónde?
Una carretera muy larga, unos árboles y una casa en medio de ninguna parte. En invierno encendían el fuego bajo y salía humo por la chimenea del tejado. En verano llegaba un coche con matrícula de Madrid y unos niños a los que nunca me atreví a saludar, jugaban a indios y a vaqueros en el jardín.
6.
He vuelto muchas veces a observar desde lejos la casa en la que se rodó El Sur. Incluso una vez intenté hablar con aquel matrimonio que cuidaba de la casa durante los meses de invierno, pero en aquella ocasión me dijeron que el señor estaba hospitalizado y que no era posible. Después supe que murió y que el cuidado de la finca pasó a uno de sus hijos, el que tenía un bar en el pueblo.
Nunca he estado dentro de la casa, pero todos los veranos paseo por la carretera muy larga que va desde Ezcaray hasta Zorraquín y me paro delante de la puerta de la villa. En la película se llamaba La Gaviota. Ahora se llama Carmen. El camino está flanqueado por castaños de indias y una vez pasada la casa se llega hasta el cruce de Santa Bárbara, con la ermita en lo alto y una fuente llamada de los estudiantes a sus pies. El agua de esta fuente sabe a hierro.
7.
Todo comienza con el llanto de un recién nacido. Todo. También la última película de Víctor Erice (Alumbramiento, 2002). 130 planos fijos y en blanco y negro: lo que sucede cuando parece que no sucede nada, lo que no se ve, lo que casi no existe: un niño durmiendo, la siesta de los mayores, un reloj de péndulo, unas manos jugando al solitario en el salón, una máquina de coser, una niña columpiándose con los pies descalzos, una gota de agua cayendo en el fregadero de la cocina Y en el desván, un niño dibujándose un reloj de agujas en su muñeca. La película termina con una fecha: el 28 de junio de 1940, cuando el ejército alemán clavó la bandera del III Reich en el puente internacional de Hendaya, sobre el río Bidasoa.
Yo apunto otra: 19 de mayo del 2002 a las 16h 30 en el teatro Claude Debussy de Cannes.
8.
Durante diecisiete años pasé todos los días de mi vida por delante de un cine que se llamaba Cine Astarloa y que estaba de camino a mi colegio. Lo derribaron hace un año y en su lugar han construido un bloque de viviendas en las que pronto comenzará a vivir gente.
A mí me gusta imaginar que las sombras de aquellas películas siguen por algún lado, que las voces de los actores pueden escucharse aún si uno presta atención.
9.
Estuvimos mucho tiempo en silencio después de ver la última película de Víctor Erice. Cuando se hizo de noche, buscamos una playa de olas gigantes para bañarnos.
Después cerramos los ojos y estuvimos durmiendo por muchos años.
Han pasado ya tres años desde que estuve por primera y única vez en el festival de cine de Cannes. Publiqué aquel viaje en las páginas de una revista que ya no existe. Hoy recupero ese texto. Es la única forma que tengo para poder estar al mismo tiempo en el lugar en el que ahora me encuentro y en una sala de cine oscura y luminosa de la lejana costa de Francia.
1.
Estuvimos mucho tiempo en silencio después de ver la última película de Víctor Erice. Después buscamos una playa de olas gigantes para bañarnos de noche.
2.
Hace un tiempo, volviendo a casa de madrugada, encontré un mapa de carreteras de Francia, uno de esos de la marca Michelín con anuncios de las Galerías Lafayette de París en la parte posterior. Guardé el mapa en una caja y no me acordé de él hasta que la prensa anuncio que Víctor Erice iba a presentar su nueva película en el Festival de cine de Cannes.
- ¿Cómo se llega a Cannes?
- No sé.
- ¿Tienes un mapa?
- Hace un tiempo, volviendo a casa de madrugada
3.
Calculé que la distancia desde mi casa hasta el festival era de mil doscientos kilómetros y dibujé un plano de carreteras marcando con una equis de color azul las paradas que iba a realizar. Había sólo dos equis.
Llegué a la conclusión de que tampoco era tanta la distancia. Llegué a la conclusión de que tampoco era tanto el tiempo. Sobre todo teniendo en cuenta la trilogía en forma de décadas que había construido Víctor Erice: 1972, El espíritu de la colmena; 1982, El Sur; 1992, El sol del membrillo. Tres veces diez.
4.
Conducir de madrugada por una carretera sin coches y escuchando emisoras en otro idioma no era sólo conducir de madrugada sino viajar hacia algún lado. Me acordé entonces de las historias que contaban viajes clandestinos al otro lado de la frontera y de los trenes con destino a cualquier cine de nueva ola de la ciudad de París.
Hice una primera parada en Barcelona. Recogí a Miguel y decidimos turnarnos al volante.
Ahora nos tocaba viajar a nosotros. Ahora todo estaba mucho más cerca; tanto, que justo en el momento en que escribía en mi cuaderno de notas estamos cruzando la frontera, acabábamos de cruzar la frontera.
5.
Aquí se rodó una película. Los veranos eran muy largos, yo era un niño y las películas eran acontecimientos de domingo que terminaban siempre con trompetas del séptimo de caballería ahuyentando a indios de nombres misteriosos. Por eso me llamó tanto la atención que cerca de nuestra casa de verano se hubiera rodado una película. Y es que el cine era algo que siempre sucedía lejos.
- Aquí se rodó una película.
- ¿Dónde?
Una carretera muy larga, unos árboles y una casa en medio de ninguna parte. En invierno encendían el fuego bajo y salía humo por la chimenea del tejado. En verano llegaba un coche con matrícula de Madrid y unos niños a los que nunca me atreví a saludar, jugaban a indios y a vaqueros en el jardín.
6.
He vuelto muchas veces a observar desde lejos la casa en la que se rodó El Sur. Incluso una vez intenté hablar con aquel matrimonio que cuidaba de la casa durante los meses de invierno, pero en aquella ocasión me dijeron que el señor estaba hospitalizado y que no era posible. Después supe que murió y que el cuidado de la finca pasó a uno de sus hijos, el que tenía un bar en el pueblo.
Nunca he estado dentro de la casa, pero todos los veranos paseo por la carretera muy larga que va desde Ezcaray hasta Zorraquín y me paro delante de la puerta de la villa. En la película se llamaba La Gaviota. Ahora se llama Carmen. El camino está flanqueado por castaños de indias y una vez pasada la casa se llega hasta el cruce de Santa Bárbara, con la ermita en lo alto y una fuente llamada de los estudiantes a sus pies. El agua de esta fuente sabe a hierro.
7.
Todo comienza con el llanto de un recién nacido. Todo. También la última película de Víctor Erice (Alumbramiento, 2002). 130 planos fijos y en blanco y negro: lo que sucede cuando parece que no sucede nada, lo que no se ve, lo que casi no existe: un niño durmiendo, la siesta de los mayores, un reloj de péndulo, unas manos jugando al solitario en el salón, una máquina de coser, una niña columpiándose con los pies descalzos, una gota de agua cayendo en el fregadero de la cocina Y en el desván, un niño dibujándose un reloj de agujas en su muñeca. La película termina con una fecha: el 28 de junio de 1940, cuando el ejército alemán clavó la bandera del III Reich en el puente internacional de Hendaya, sobre el río Bidasoa.
Yo apunto otra: 19 de mayo del 2002 a las 16h 30 en el teatro Claude Debussy de Cannes.
8.
Durante diecisiete años pasé todos los días de mi vida por delante de un cine que se llamaba Cine Astarloa y que estaba de camino a mi colegio. Lo derribaron hace un año y en su lugar han construido un bloque de viviendas en las que pronto comenzará a vivir gente.
A mí me gusta imaginar que las sombras de aquellas películas siguen por algún lado, que las voces de los actores pueden escucharse aún si uno presta atención.
9.
Estuvimos mucho tiempo en silencio después de ver la última película de Víctor Erice. Cuando se hizo de noche, buscamos una playa de olas gigantes para bañarnos.
Después cerramos los ojos y estuvimos durmiendo por muchos años.
6 comentarios
caja -
Qué ricos los bocatas esos...
el quinto -
Era finales de mayo, empezaba a hacer calor.
caja -
desde la calle del fontanero azul -
tontina -
manolo -