
Una vez hablé de la selva en este cuaderno. Una vez hablé de la última película del director tailandés Apichatpong Weerasethakul (Tropical Maladie, 2004). Y después de la visita a las cataratas, se me ocurre pensar que esa película podría haberse rodado en la selva de Iguazú. ¿Por qué a ningún director argentino se le ocurre rodar en la selva? ¿Por qué el llamado nuevo cine argentino da la espalda a las posibilidades de su territorio? Lucrecia Martel se atrevió con los paisajes rurales en La Ciénaga (2001). Pero no existe una película argentina que retrate la espesura verde y subtropical de manera creativa.
Hay quienes se empeñan en situar lo exótico en países lejanos. Pero lo exótico está mucho más cerca. Sin ir más lejos, Bankog, Argentina, Brasil y Montevideo están hoy en un mismo lugar.
Aquí mismo.
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Oscar -