Blogia
UNA CAJA CON COSAS DENTRO

Caja

El tiempo de los gitanos

Es el título de una película rodada por Emir Kusturika en 1989. Pero estoy hablando de otra cosa.
Resulta que si uno escribe el nombre del director japonés Takeshi Kitano en el programa Word, el maldito corrector ortográfico automático cambia Kitano por Gitano. El resultado es curioso y da como para un título de spaghetti western: Takeshi Gitano contra Curro Jiménez. Duelo al sol.

¡Guau, guau!

El cine uruguayo aterriza y despega al mismo tiempo. Y ya hay película sucesora de Whisky. Se titula La perrera, la dirige Manuel Nieto y va a ser la gran sorpresa en alguno de los festivales que quedan en el 2005. Premio seguro. Continuará.

El futuro (y el pasado)

El futuro (y el pasado) Durante muchos años me sentí muy lejos de las películas que los libros de historia consideraban como obras maestras del Hollywood clásico. No entendía los elogios de la crítica y de los historiadores. Hasta que me di cuenta de que todos ellos habían crecido con esas películas; fue entonces cuando comprendí su emoción; fue entonces cuando comprendí que el cine era una forma de recordar lo que habíamos sido.
El jueves por la tarde puse Casablanca (Michael Curtiz, 1942). Dejé a un lado el argumento, las localizaciones, los diálogos e interpretaciones y observé la película como un espacio en el que personajes que ya no estaban entre nosotros volvían a la vida. Me acordé de una época en la que nunca había vivido; me acordé de unos cines en los que nunca había entrado. Y me sentí emocionado al ver los gestos y movimientos de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.
Creo que poco a poco voy comprendiendo la capacidad del cine para retener el tiempo. Creo que poco a poco voy comprendiendo la capacidad del cine para definir nuestras biografías.
Y sé que cuando sea viejo lloraré en todas las películas.

Los gestos

No es lo mismo comer con tenedor y cuchillo que comer con cuchara.
Comer con cuchara es mucho más solitario.
Anoto esta reflexión recordando al personaje que hace de padre de Georges en la película Código desconocido (Michael Haneke, 2000).
Vive en el campo, está solo, come remolacha con una cuchara.
Se esconde en el baño para llorar.

Montevideo-Nara-Faaroe-Bilbao

Montevideo-Nara-Faaroe-Bilbao ¿Qué respondería Ingmar Bergman si le preguntaran qué país le gustaría visitar?
Imagino que hoy en día a nadie se le ocurriría viajar hasta la isla de Faaroe para preguntar algo así al director, pero en 1974, un periodista francés le preguntó al cineasta sueco sobre sus preferencias geográficas y Bergman respondió que siempre había querido conocer Uruguay. Dijo que en Montevideo sus películas eran siempre un éxito y que consideraba que el público uruguayo era uno de los pocos que lograba comprender sus obras.
He encontrado este dato mientras revisaba en la hemeroteca un ejemplar del diario El País de Uruguay de 1983. Cuando llegué a Uruguay hace ya tres años estaba convencido de que la arquitectura de esta ciudad tenía mucho que ver con la de las casas unifamiliares de la periferia de las grandes ciudades japonesas.
Después de todos estos años y en este preciso instante, sólo puedo escribir que Suecia está cada vez más cerca.

Los ojos brillantes

En algún momento tengo que seguir escribiendo sobre las sombras, pero mientras tanto leo y anoto que Víctor Erice ha rodado un cortometraje utilizando como material de trabajo la película ¿Dónde está la casa de mi amigo? (1987) de Abbás Kiarostamí. El director proyectó el filme en un colegio y rodó las impresiones y comentarios de los alumnos sobre esta película en la que el pequeño Ahmad busca la casa de su compañero de escuela Nematzadeh. El 13 de mayo pasamos la película en Montevideo y me pregunto ahora sobre esta extraña casualidad que hizo que nuestra fecha coincidiera con la proyección de Erice. Es raro todo esto de la distancia y de los hilos invisibles, pero yo sigo confiando en los momentos cinematográficos fuera de las salas de cine.
Hubo un día en el que Ana vio por vez primera a Frankenstein (James Whale, 1931).
-¿Es un espíritu?

Desaparecer

En algún momento tenía que suceder. Y sucederá. Por eso inicio hoy una cuenta atrás que terminará dentro de un mes. Arthur Cravan diría que el final sólo significa otro comienzo, otro lugar, otro nombre, otro idioma. Pessoa escribió una vez que la única forma de volver a ser es recuperar nuestra condición de extranjeros.
El final de la caja coincidirá con el final de Montevideo. Será uno de esos trucos de magia con truco de magia dentro, como nos enseñó Orson Welles en F for Fake (1973). Una desaparición lenta, fotograma a fotograma, al estilo de la película invisible que anotaba ayer en la que el personaje principal desaparecía para siempre tras la niebla que separa y une la frontera entre Brasil y Uruguay. También me acuerdo de Wakefield, el personaje del cuento de Nathaniel Howthorne que un día desapareció de su casa sin desaparecer nunca realmente.

El otro lado

Tormentas. Pequeñas tormentas sonando lejos y acercándose poco a poco. Me gustaría programar un ciclo de cine argentino-uruguayo en la cinemateca del Museo de Bellas Artes de Bilbao. Se titularía EL OTRO LADO.
Es imposible olvidar el impacto de La Libertad de Lisandro Alonso. He estado buscando información sobre el director: rodó esta película con 25 años, costó 30.000 dólares (5 millones de pesetas), nadie cobró un sueldo y el presupuesto se destinó a la compra de película virgen, alquiler del equipo, comida y revelado; se rodó en diez días con un equipo de diez personas y se utilizó una cámara de 16 milímetros.
Termino con un ejercicio de memoria: la primera vez que vi la película La Libertad de Lisandro Alonso fue el domingo 29 de mayo del año 2005 en la sala Cinemateca Pocitos (Calle Alejandro Chucarro 1036) de la ciudad oriental de Montevideo en sesión de las 20:55 horas.
Y la tormenta cada vez más cerca.

EL OTRO LADO:
Ezequiel Acuña
Nadar solo, 2003
Como un avión estrellado, 2005
Lisandro Alonso
La Libertad, 2001
Los muertos, 2004
Adrián Caetano
Bolivia, 2001
Un oso rojo, 2002
18-J, 2004
Albertina Carri
Los rubios, 2003
Diego Lerman
Tan de repente, 2002
Lucrecia Martel
La ciénaga, 2000
La niña santa, 2004
Celina Murga
Ana y los otros, 2003
Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll
25 Watts, 2001
Whisky, 2004
Ana Poliak
La fe del volcán, 2001
Parapalos, 2004
Martín Rejtman
Los guantes mágicos, 2003
Pablo Trapero
Mundo grúa, 1999
El bonaerense, 2002
Familia rodante, 2005
Sergio Wolf y Lorena Muñoz
Yo no sé qué me han hecho tus ojos, 2003

La libertad gigante absoluta gigante libertad

De vez en cuando sucede. Es raro, pero de vez en cuando sucede. Entrar a una sala de cine sin saber muy bien qué se va a ver, asistir sorprendido a una revelación y comprobar que al encenderse las luces todo ha cambiado. Pequeño cine apocalíptico, podría titularse todo esto.
Cuando viajé a las cataratas de Brasil, anotaba en este cuaderno que no entendía porqué ningún director del llamado Cono Sur incorporaba la selva a sus películas. Me acordaba entonces del relato tropical del tailandés Apichatpong Weerasethakul (Tropical Malady, 2004). Después de la sesión de ayer noche diré que hay un director argentino que no sólo incorpora la selva –en forma de bosque en mitad de la Pampa-, sino que la transforma en una película tan misteriosa, rara, potente y desconcertante que al salir del cine la ciudad de Montevideo no era la misma ciudad de Montevideo que conocía hasta entonces. La película se titula La Libertad y la dirigió el argentino Lisandro Alonso en el año 2001.
Continuará.

Amanecer

Amanecer Es el título de una película rodada en 1927 por F. W. Murnau.
También es el tema de esta fotografía que me envió un amigo desde la isla sueca de Faaroe.
La fotografía tiene una frase escrita al dorso: "Malditos los mediocres".

Tormenta de invierno (y de verano)

Una vez visité en Berlín la casa en la que había vivido Robert Walser. Años más tarde viajé a Suttgart y paseé por las calles en las que el escritor suizo se inició como periodista.
¿Por qué recuerdo una y otra vez a Robert Walser? Siempre he tenido la sensación de que sus libros esconden un gran secreto. Quizá una película. O cualquier otra cosa misteriosa. ¿Qué quiero decir con esto? No lo sé.
Esto no es más que un apunte sobre las tormentas de nieve. Una traducción de un texto que podría haber escrito Walser. O el inicio de una película que quizá podamos ver algún día.

Cinematograph (dies ist eine geheime Nachricht):
Es ist eine Frage. Und wenn wir es versuchen? Es ist möglich, daß Du sagst, daß es keinen Sinn hat. Es ist möglich, daß Du nicht einmal antwortest; Aber es ist ein alter Film; aber dies ist einer von den Filmen in denen eine Schauspielerin einer italienischen Schauspielerin sehr ähnlich sieht. Manchmal nachts erinnere ich mich an meine Ankunft mit dem Zug. Die Kälte. Das Treffen. Ich erinnere mich auch an diese Stadt, den Wald, den See, das Buch, das Fenster deines Zimmers, die Küche. Die Antwort ist einfach: Es muß nur anfangen zu regnen. Dann schreibst du mir. Und ich gehe Dich suchen.

Viaje a Melo

Son cinco horas en coche. Llegaremos muy tarde y mañana jueves por la mañana comenzaremos con las fotos y con las entrevistas. Ayer escribía que nunca había caminado por el desierto. También podría haber anotado que nunca en mis años uruguayos había estado en un pueblo del interior llamado Melo.
Es uno de esos viajes cinematográficos que de vez en cuando conviene hacer: por salir de Montevideo y por visitar un lugar en el que en estos momentos se está construyendo una película.
Los directores son Enrique Fernández y César Charlone; el título del largometraje, El baño del Papa. Charlone es el director de fotografía de Ciudad de Dios (2002, Fernando Meirelles) y la productora del proyecto es la de Meirelles. Vuelvo el viernes. Quizá en algún momento escriba un texto que comience con estas palabras: "El cine uruguayo aterriza y despega al mismo tiempo".

Arrebatos

Una vez conocimos al cineasta francés Jean Rouch. Vino a la cinemateca del Museo de Bellas Artes de Bilbao a dar una conferencia sobre sus películas y estuvimos escuchándole y tomando notas sobre lo que decía.
Hoy, durante este domingo soleado y frío en la ciudad oriental de Montevideo, me acuerdo de Jean Rouch (1917-2004) y recupero una de sus frases:
"Una película es una idea, fulgurante o lentamente elaborada, pero irreprimible, cuya expresión sólo puede ser cinematográfica. Para mí, hacer una película es una cosa tan especial, que las únicas técnicas aludidas son las propias técnicas del cine: la toma de imágenes y de sonidos, el montaje de la imagen y las grabaciones.
Nunca he escrito nada antes de comenzar un filme, y cuando por motivos administrativos o financieros me he visto obligado a redactar un guión, una escaleta o una sinopsis, jamás se han realizado los filmes correspondientes".

La Bici-Moto

La Bici-Moto Llevamos unos días debatiendo sobre cuál es la mejor forma para moverse por la ciudad de Montevideo. Está el ómnibus 131 bajando por Boulevard Artigas, el bondi que lleva hasta Colonia Sacramento, el coche de J. dándonos paseos por la rambla, las bicicletas plateadas de la marca Mercier o el metro invisible que tiene parada en una de las salas de Cinemateca (el motor del proyector de 35 milímetros suena como si el subte estuviera a punto de llegar). Después está la Vespa del año 61, con la que podríamos emular los paseos romanos de Nanni Moretti y unir la Avenida 18 de julio con la Fontana de Trevi.
Pero hace unos días dí con una solución totalmente cinematográfica para esto de los desplazamientos uruguayos. Fue mientras veía Mon oncle, la película de silbido inolvidable que dirigió Jacques Tati en 1958.

Habitación 2046

Me escribe desde la ciudad japonesa de Nara el buen amigo R. y me cuenta que los cines Ideales de Bilbao cierran para siempre. El Ideal Cinema fue inaugurado el 30 de diciembre de 1926. Mi tía Cuchu vivía muy cerca de esos cines y siempre que visitábamos su casa terminábamos viendo una película en los Ideales. Nunca nos gustaron demasiado sus salas pequeñas y el color azul grisaceo de las butacas. Nunca nos gustó demasiado su programación.
- ¿Quiebra?
- Van a hacer un hotel.
- ¿Un hotel?
- ...
- ...
Quizá dentro de muchos años seamos escritores de novelas de samuráis y terminemos viviendo en alguna de las habitaciones de un hotel que un día fue un cine llamado Ideal.

Sombras (2)

Y mientras yo escribía desde Montevideo la frase fantasmal de Manoel de Oliveira, Víctor Erice publicaba en El País de España un texto en el que hablaba de espectros, de El cielo gira y del ritual del tiempo y del espacio.
A veces sólo es necesario cerrar los ojos y repetir un nombre tres veces: "Soy Ana, soy Ana, soy Ana...".
Párrafo final de ese texto firmado por Erice:
"(...) En la estela de esta experiencia primordial, El cielo gira es una de esas películas, tan escasas hoy en día, a través de las cuales el cinematógrafo, ese fantasma de la realidad -como lo ha llamado Manoel de Oliveira-, escapando de los límites del audiovisual, se reencarna y viene hacia nosotros".

Sombras

Manoel de Oliveira en Lisboa Story (Wim Wenders, 1995)

"La cámara puede capturar un momento, pero ese momento ya ha pasado. El cine conserva la huella de un fantasma de ese momento".

Hacer cine

Ayer por la noche me contaron una historia que en breve se convertirá en guión de largometraje y que en un año se estará rodando.
Hoy escribo una frase de Chris Marker, que es la mejor forma que tengo para responder a una pregunta que ya hice en este cuaderno:
- ¿Y qué hacemos ahora?
"Poseemos los medios para rodar de forma íntima y solitaria. El proceso de hacer filmes en comunión con uno mismo, como trabajan los pintores o los escritores, ya no conduce necesariamente a lo experimental. La noción de mi camarada Astruc de la caméra-stylo era sólo una metáfora. En su época, el más humilde producto cinematográfico requería un laboratorio, una sala de montaje y mucho dinero. Hoy, un joven cineasta sólo necesita una idea y un pequeño equipo para probrarse a sí mismo".
La película se estrenará en el año 2007. Entonces nos acordaremos de la frase de Marker y de este cuaderno.

Tiempos

Tiempos Aún no he tenido ocasión de ver ¿Y qué hora es ahí? (2001), la película de Tsai Ming-liang que me compré en Buenos Aires. Pero ahora sé que cuando la vea voy a recordar inmediatamente la recepción del hotel Rafael de Foz de Iguazú.
La fotografía tiene también algo de Night on earth (1991) de Jim Jarmusch.
Y lo que yo me pregunto cuando miro la imagen es si existe alguna relación secreta entre los relojes y el teléfono.
Como la imagen es pequeña, paso a redactar una lista de horas internacionales del momento en el que saqué la foto:

Beirut: seis y 34 minutos.
N. York: doce y 51 minutos.
Brasilia: una y 51 minutos.
London: seis y 51 minutos.
Buenos Aires: una y 51 minutos.
Tokyo: una y 51 minutos.
Sidney: dos y 51 minutos.

Conte de Printemps

Conte de Printemps Es el título de una película que dirigió Eric Rohmer en el año 1990. También es el título de una recopilación musical que llegó ayer al buzón de mi casa de Montevideo. Como vivo en un hemisferio en el que las cosas suceden justo del revés, celebraré la primavera musical con una foto de los días en los que viví en Berlín. Frío y calor al mismo tiempo. Y las pisadas del fotógrafo saliendo del cuadro y disparando desde algún punto de ese círculo de hielo.